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Publicado: 19-08-2017
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Manuel Rodriguez Illana

El atentado terrorista de Barcelona del 17 de agosto reivindicado por el grupo Daesh, el autodenominado “Estado Islámico” (Publico.es, 17/VIII/20171), dio origen a todo un festival de racismo mediático que no por previsible resultó menos obsceno. Una muestra impagable desde el garrulismo neocon nos la ofreció Isabel San Sebastián, quien se valió de su cuenta de Twitter para llamar a la guerra santa en estos términos2:
<< «Malditos seáis, islamistas hijos de... Ya os echamos de aquí una vez y volveremos a hacerlo. España será occidental, libre y democrática.» >>
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Publicado: 15-08-2017
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Manuel Rodriguez Illana

La expresión insultante hijo/a de puta, recogida en el Diccionario de la Real Academia Española (en adelante, DRAE) como “Mala persona”(1), revela una estigmatización hacia las prostitutas producto de la ideología social en la que el varón, en tanto colectivo, desprecia una actividad de la que al tiempo es consumidor, al tiempo que la asocia a todo tipo de componentes negativos. En una apocalíptica columna de Agapito Maestre de Libertad Digital (29/IV/2010) titulada, precisamente, “Proxenetas y alcahuetas en el Senado”(2), se alude al tema, en este caso, para proyectar algunos de los leitmotiven del nacionalismo lingüístico español, como que el castellano es una lengua más importante, útil y entendible que las demás (Moreno Cabrera, 2010: 17-18). Dice así la columna de Maestre:
Esas lenguas [...] han sido prostituidas por los políticos para conseguir unos pocos votos. Esas otras lenguas de España, sí, son lenguas secundarias comparadas con la lengua española por antonomasia, como nos ha enseñado Gregorio Salvador [...]. porque estoy en contra de que conviertan las "otras lenguas de España", el catalán, el gallego, el euskara y el valenciano, en instrumentos del separatismo, mantengo que la aprobación de ese reglamento impositivo del Senado es una cosa de chulos, proxenetas y alcahuetas. La imposición de esas lenguas es una forma de prostituirlas.
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