Miércoles 22 Marzo 2023

La pizza que no comen las andaluzas. Un caso de justificación de la opresión nacional de Andalucía en la publicidad

Ratio: 5 / 5

Inicio activadoInicio activadoInicio activadoInicio activadoInicio activado
 

Tarradellas   La publicidad suele representar el inconsciente ideológico dominante. La necesidad de lanzar un mensaje y articularlo en torno a una situación simplificada, de manera inconsciente, para vender un producto puede revelar unos roles realmente existentes. El spot publicitario de una pizza de una conocida marca catalana -recurrente últimamente en todos los canales- es muy útil para mostrar el papel que juega el Pueblo Trabajador Andaluz en el Estado español y cómo se legitima y naturaliza la opresión nacional de Andalucía. Este es el anuncio de una pizza que las andaluzas y andaluces no comerán (pinchar aquí para ver el spot).

   Familia modelo y castellano-parlante. Podrían ser de Burgos, Zamora, Santander o Tabarnia. Dos hijas. Padre y madre con empleo estable. Posiblemente en el sector cuaternario (actividades del sector servicios de alta especialización: administración, gestión y dirección empresarial, finanzas...) que justifica una mudanza familiar a la búsqueda de un ascenso profesional de la madre. Por supuesto la madre trabaja, en una manifestación de la concepción capitalista de la emancipación de la mujer (doble jornada y doble rol como madre y como trabajadora...). El hombre se entiende que también. No es precisamente una mudanza para irse a la temporada de la vendimia, que es a donde la mayoría de la clase obrera andaluza emigra. Se presume una cualificación y remuneración mucho mayor que motiva una mudanza familiar de carácter permanente y, por supuesto, hay una empresa de mudanzas que la hace.

   Una empresa de mudanzas. Raramente aparece en un barrio obrero andaluz una empresa de mudanzas, pero en esta sociedad que nos representan es la normalidad porque el anuncio no nos sitúa en la sociedad andaluza. Ya había quedado suficientemente claro con todo lo anteriormente dicho aunque será más explícito aún. Un tipo con una carpeta vocifera, en andalú, al otro que trabaja sentado. Otro está en el interior del camión. El primero le grita al segundo porque se entiende que las andaluzas no hablamos sino que nos gritamos. Más adelante el primero pregunta sorprendido a la madre, que quiere llevarse una palmera del jardín. No la llama palmera sino “árbol”.

   Hay que agradecerle a la agencia del catalán Oriol Villar la representación. La opresión del pueblo trabajador andaluz aparece en este spot tal cual se produce y representada tal cual nos ven desde la metrópoli. Pero se hace necesaria la denuncia de la justificación de la misma que se proyecta en el mismo anuncio, cuyo objeto es normalizarla y naturalizarla a ojos del espectador. Hay 6 elementos a considerar:

   1.- Unos familia se mudan por razones laborales. Estamos hablando de las naciones que en el Estado español tienen una renta per cápita por encima de los 25000€, unas tasas de paro siempre por debajo de un 13%, una esperanza de vida por encima de 83 años o unas cifras de abandono escolar por debajo del 16%... Son las naciones que succionan -en el intercambio de mercancías y bienes en el mercado único del Estado español- las plusvalías del Pueblo Trabajador Andaluz.

   2.- La realidad es que el pueblo andaluz no tiene capital para invertirlo en otras actividades más lucrativas, que son a las que se dedica la familia. La burguesía andaluza como parte de las oligarquías se ha encargado desde mediados del siglo XIX a descapitalizar y trasladar la riqueza generada hacia los centros financieros. Por eso las andaluzas aparecen representadas en este caso haciendo la mudanza. En otros anuncios publicitarios podrían hacer la colada, la limpieza de la casa o similar. El Pueblo Trabajador Andaluz está condenado a intercambiar su trabajo -con una alta composición orgánica de capital variable- por mercancías -con escasa cantidad de este capital- en un suma siempre negativa. Este intercambio supone una eterna profundización del subdesarrollo y una manifestación de este es la emigración. Porque los andaluces que en el spot hacen la mudanza son evidentemente emigrantes en otro país; elementos extraños y subalternos insertados en una sociedad ajena.

   3.- Las andaluzas no hablan: gritan. Al menos así se nos ve desde el Norte y así fielmente nos representa el anunciante (y la empresa anunciada). Cuando nos hablamos nos gritamos como una manifestación de nuestras escasas cualidades comunicativas que implicarían un escaso intelecto como una justificación de nuestra pobreza y nuestra posición en el subdesarrollo. Es el lugar donde se sitúa Andalucía; una nación con una renta per cápita de 17600 €, un desempleo siempre por encima del 18%, una esperanza de vida que no llega a los 81,5 años y una abandono escolar del 23%. Y la justificación de esta realidad representada es: gritan porque no saben hablar. No saben hablar por alguna tara cognitiva o genética que afecta a todo un grupo humano – el Pueblo Trabajador Andaluz- y no sólo a algunos individuos. Idea que se ve reforzada cuando en un momento del diálogo el obrero de mudanzas que antes vociferaba en andalú a su compañero (que trabajaba sentado) confunde ahora deliberadamente palmera con árbol. Esa tara motivaría nuestro empobrecimiento como pueblo. Y de esta forma disculparía el hecho de que Andalucía como nación conviva dentro del mismo Estado español junto a naciones que gozarían de plenitud de facultades (no como las andaluzas) y de alto grado de desarrollo material. Así se oculta la estrecha relación entre la riqueza material de estas últimas y el subdesarrollo andaluz.

   4.- Las andaluzas no trabajan. Y si lo hacen trabajan sentadas que es la forma más cercana a no trabajar. O hacen mal su trabajo porque no saben trasplantar una palmera. Ni distinguir una palmera (que es una planta) de un árbol. He aquí una justificación del desempleo estructural. Toda una ocultación de la gran propiedad agraria, de la radical y desigual distribución histórica de los medios de producción en Andalucía fruto de nuestra conquista medieval y de los siglos de expolio y saqueo a manos del Estado español. Una ocultación del modelo capitalista generado en Andalucía a partir del siglo XIII. De la precariedad laboral, las bajas rentas, el absentismo escolar, menor esperanza de vida...

CONCLUSIÓN

   La pizza anunciada no la comerán las andaluzas. Está inserta en otra formación social en el que el papel del Pueblo Trabajador Andaluz es el de paria. La justificación de nuestra colonización y empobrecimiento sirve para ocultar que estos fenómenos -con base en la ausencia de un poder político del Pueblo Trabajador Andaluz y profundas raíces históricas- generan el enriquecimiento de otras naciones y de las oligarquías que sostienen al propio Estado. Y es una necesidad para explicar la convivencia de sociedades separadas por un abismo económico, político y cultural pero unificadas bajo un mismo Estado y un mismo mercado de las oligarquías que alimentan y profundizan ese abismo. Ese es el principal problema al que se enfrenta el Pueblo Trabajador Andaluz y su principal tarea: romper una unidad en la que siempre salimos a pérdidas para alzar una República Andaluza en la que el Pueblo Trabajador Andaluz sea el protagonista. Y se haga sus propias mudanzas.

 

Carlos Ríos